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Cap.23 - Aventura uruguaya

Año: 1988
Lugar: Piriápolis, Punta del Este
Banda de Sonido:
Pet Shop Boys - Always on My Mind >>
Taylor Dayne - Tell It To My Heart >> (yeeeguaaa!)
INXS - Need you tonight >>

Ese verano 87’/88 tuve la suerte de pasar unas vacaciones en la costa uruguaya, en una encantadora localidad llamada Solís, a unos 15 km de Piriápolis. Solía patinar ese tramo de ida y vuelta para mantener un poco la forma. Un día, por pura casualidad, ví un cartel que anunciaba unas carreras de patines en la rambla de aquella bonita ciudad turística, de inscripción libre y gratuita. Allí me presenté, y además de encontrar a un par de muchachos que había conocido durante algunos eventos corridos en Argentina, me resultó increíble toparme con Rosario, la hermosa patinadora que me había provocado un fuerte metejón en el ’84! >> Ella ya no practicaba artístico pero era jueza de velocidad y además estaba casada y con hijos, obviamente no conservaba ni el menor atisbo de recuerdo de mi persona. Pero el mundo es un pañuelo, viste?

El programa de competencias era sencillo: una carrera individual y una americana en parejas mixtas, en un circuito de unos 200mts de la costanera de Piriápolis. Habrá habido una docena de muchachos, todos entre juveniles y mayores, mas unas cinco o seis chicas de unos 13 años para arriba. El nivel de los patinadores charrúas no era gran cosa en aquellos tiempos, así que me divertí corriendo solo contra todos ellos. Si bien es cierto que no existe un uruguayo malo, y a pesar de la presencia de mi amiga jueza y la buena onda con la que me trataron antes y después de esas carreras, tengo que decir que los colegas uruguayos me cagaron a piñas y trataron de obstaculizarme sin muchos reparos. Así y todo logré quedar en segunda o tercera plaza, no recuerdo; ganó el que en esa época era el líder de los locales, si no me equivoco de apellido Martinez.

La americana fue espectacular: a mí, claro está, me tocó correr en pareja con la mas chiquita. Pero la piba no se amilanó y se la peleamos con garra a los demás equipos, perdiendo y recuperando terreno a cada cambio. Nos bastó para quedar segundos! En fin, fue una experiencia edificante. Además, me sirvió para conocer a un chico que enseñaba patín en un club local y en la pista de hielo de Punta del Este. Como por su trabajo no podía compaginar los horarios, me ofreció hacerme cargo de algunas de sus horas en Punta a cambio de los gastos. Flor de negocio para mi! Me tomaba un COT a la tardecita y pasaba el resto del día dentro de la pista de hielo, enseñándoles a patinar a las exuberantes garotas y a las ricachonas porteñas. Y así fué mi estadía uruguaya, durante casi un mes entero.
Mil a uno para las garotas, qué duda cabe…

M. Bresin


Cap.22 - Marplatenses ladrones!
Cap.24 - Rosario, sur y después...