Prólogo

Conversando con muchos de los chicos que hoy en día se sacrifican y sufren para competir en condiciones menos que ideales en este país de incongruencias, a veces les hago notar que si bien muchas cosas no cambiaron desde mi época, en otros aspectos tienen suerte. Hacía tiempo que estaba planeando contarles mis anécdotas de corredor ochentoso, pero no encontraba el motivo apropiado ni la oportunidad conveniente. Ahora, viendo en Facebook todas esas caras conocidas de antaño, recordando esos nombres que tenía aislados en los recovecos de la memoria, y comparando aquellos tiempos con la situación actual, finalmente me dieron ganas de plasmar en palabras las vivencias y lecciones que acumulé en el período durante el cual patiné y competí en Argentina, para que no se pierdan como lágrimas en la lluvia (un peliculón, ese)… O mas bien para que comprueben que los dirigentes ignorantes, ladrones e ineptos no son cosa de ahora, ni que los árbitros vendidos y tramposos tampoco son un invento moderno. Y que este siempre fue un deporte durísimo, pero que nos deja buenos recuerdos, muchos amigos y grandes satisfacciones.
Es notorio que con el paso de los años las reminiscencias tienden a transformarse en lo que hubiéramos querido que fuese, en lugar de lo que realmente fue. Pero trataré de ser lo mas veraz posible y relatar los hechos como creo que ocurrieron, en lo posible sin aderezarlos demasiado con mis sentimientos y expectativas. En fin, nada de lo que leerán es ficción (aunque por tramos lo parecerá). Aclaro además que esto se encuentra en la sección “Viejas Glorias” no porque me considere tal, sino porque algunos de los protagonistas de mis relatos sin duda lo son. Y si alguno de ellos tiene algo que discutir, corregir o comentar, aquí estamos para servirles.

M. Bresin