Artículos
  Links     Noticias     Archivo     Opiniones     Multimedia     Entrevistas     Clasificados  
Técnicos
Generales
Viejas glorias
Menu:
Inicio
Indice
Publicar
Contacto

Cap.17 - Cuando pa' Chile me voy...

Año: 1986
Lugar: Curacaví, Santiago de Chile (Comuna de San Miguel)
Banda de sonido: Banda de Sonido:
Arcadia - Goodbye is forever >> // Madonna - Papa don't preach >>

Entre mi desastre en River >> y lo relatado en este capítulo, mucha agua corrió bajo el puente. Fueron pocos meses, pero muy intensos:
- tuve un accidentado y escabroso encuentro sexual, cardinal en mi carrera de latin lover.
- viví mi versión personal de “Karate Kid” en el primer torneo de artes marciales al que participé.
- los curas del colegio descubrieron mi primera e ilegítima empresa editorial, la producción distribución y venta de cuentos satírico-pornográficos cuyo protagonista era un superhéroe de verga portentosa llamado “Sperman”. Al cabo de mucho tiempo descubrí que alrededor de un año antes Fontanarrosa había dibujado una historieta de título homólogo, pero puedo asegurar que no nos robamos la idea entre nosotros.

Cada uno de estos episodios bien valdría un capítulo aparte, pero acá estamos hablando de patín así que vamos a lo nuestro. En San Juan se estaba notando un tímido resurgir de la disciplina, con un incipiente torneo local donde se presentaron, además de los veteranos de toda la vida, algunos chicos que habían abandonado y otros nuevos. Ojo, estamos hablando de una docena de patinadores en total en todas las categorías! Mientras mi sobrino Pucará Riera se iba a Brasil a participar en un torneo amistoso con un grupo de jóvenes promesas (una especie de selección nacional juvenil, capitaneada por Andy Di Nezza), yo lograba por fin empezar a ganarles regularmente a mis compadres Buby Suárez y Daniel Pelaytay. Es que el entrenamiento con el Tito Morales empezaba a dar sus frutos! Además de 2 sesiones semanales de gimnasia sueca, el Gordo me hacía hacer series de 300 mts en subida. Cuando tuve un poco mas de fuerza, me instaló unas barritas de plomo atornilladas al chasis: una de las ideas mas brillantes que jamás se hayan concebido.
Llegado el mes de octubre nos preparamos a cruzar la Cordillera para ir a disputar la 2º edición de la Curacaví-San Miguel, una maravillosa clásica chilena de tres etapas que lamentablemente se perdió en el tiempo. La delegación sanjuanina estaba formada por dos equipos: por un lado Los Animales (Oscar Contrera, Galo Herrera, Salvador Puzzela y Mariela Córdoba, única representante femenina), por el otro los Yarcos del Club Aberastain (Víctor Atencio, Petete Yvañez, Negro Saavedra), y yo tuve el honor de ser fichado a préstamo para el team pocitano.

El viaje fue emocionante, el panorama del Aconcagua y Los Caracoles quedó impreso a fuego en mi memoria. Pero al llegar a Santiago me impresionó mas todavía la calidez de la gente y la hermosura de las hembras locales. Extraña raza los chilenos: parecería que sus varones son exponentes de mapuche pura sangre, mientras sus madres y hermanas conservan el primor y la cruda elegancia de las andaluzas del tiempo de la conquista. Además, de nuestro lado de la cordillera se notaba una cierta hostilidad hacia los hermanos chilenos (tal vez por el asunto de las Malvinas y los hielos del sur), pero su amabilidad y hospitalidad para con nosotros me hacían reflexionar sobre la idiotez y chauvinismo del argentino medio.
Nos alojaron en unas dependencias del Comité Olímpico, y hasta nos pusieron a disposición un par de bellas “azafatas” que se ocuparon de nuestras necesidades… especialmente las del Galo y de Puzzelita, que en menos de 24 horas ya las habían seducido. Paseamos por la ciudad, conocimos sus monumentos y probamos las delicias de la cocina local (fabuloso el “especial tomate-palta”!), además de ser tan boludos como para desafiar el toque de queda y ser perseguidos por una tanqueta (recuerden que eran los tiempos de Pinochet).
El día antes de la carrera nos llevaron a probar parte del recorrido, que salía desde la localidad de Curacaví (cercana a Valparaíso) y al final de su primera etapa incluía una subida de 10 km con terrible pendiente. Con nosotros vino a patinar también el Tito, pero ya como no estaba en estado al cabo de unos kilómetros se empezó a quedar rezagado. En lugar de seguir con el pelotón, preferí quedarme y acompañar a mi amigo y entrenador. Como el coche que nos esperaba estaba aún lejos y el Gordo empezaba a tener problemas para avanzar, le sugerí que se colgara. Lo llevé así un rato, luego me puse atrás y lo empujé un poco: fue una travesía mas placentera de lo que puede parecer, pero lamentablemente me dí un feo tirón en el muslo cuando empezaba la subida. La gamba ya me dolía considerablemente cuando por la tarde fue hora de presentarnos en la inauguración oficial del evento. Hubo hasta desfile y todo, en un pabellón colmado de gente: nunca había visto algo así!


Nuestros adversarios locales recién en estos años empezaban a ser temibles a nivel continental; se trataba sin duda de una colección de muy buenos corredores y mejores personas: su líder era don Pancho Fuentes, quien fue el primer corredor chileno que se hizo notar internacionalmente. Estaba muy bien acompañado por atletas de la talla de Mauricio Ruiz, Marcelo López y Rodrigo Flores, y otro chico que creo recordar también se llamaba Mauricio (que yo sepa no tenían juveniles dignos de nota en aquel entonces). En damas destacaban particularmente Ruby Ivañez (lejos, la mejor), Patricia Fuentes (hermana de Pancho) y Danitza Aracena, y destacaban no solo por su talento deportivo! En segunda y tercera categoría recuerdo que contaban con un ejército de chicas: puedo nombrar a Ximena González, Carola Varela, las hermanas De los Reyes, Carola Ibañez, Paola Arancibia, Fabiola Díaz; entre las mas pequeñas empezaba a descollar una tal Marcelita Cáceres. Me atrevería a decir que el fuerte desarrollo que tuvo Chile en los años ’90 se debió en gran medida al trabajo y entusiasmo de dirigentes serios y dedicados de esta época, como fueron don Pancho Fuentes padre (persona exquisita, uno de los únicos tres jueces honrados y competentes que jamás he conocido), junto a René Diaz, Nacho de Los Ríos (histriónico organizador de varios eventos) y la familia De Los Reyes, quienes en nuestras estadías nos trataron siempre de maravillas
(ruego me perdonen si con el paso de los años olvido mencionar a alguno de nuestros anfitriones)

Mauricio, Pancho, Rodolofo, Marcelo: capos! 

La noche antes de competir, la pierna ya me tenía tan mal que no conseguía casi caminar. Tito fue a pedir algo en enfermería y volvió con una inyección. Me asusté, y estúpidamente le pregunté si era “pichicata”, olvidándome que estábamos en el comité olímpico! Me parece que era vitamina B12 con analgésico o algo así, el hecho es que nadie sabía cómo hacer una intramuscular, así que me la inyecté yo mismo ipso facto. Tito se sorprendió tanto como yo; en todo caso funcionó.
Al otro día nos pasaron a buscar en un ómnibus para llevarnos a la línea de largada, situada a las afueras de Curacaví. Saldríamos todos juntos, varones y mujeres. Éramos no menos de 100 si bien recuerdo, y a decir verdad estaba un poco sobrecogido porque nunca había estado en un evento tan concurrido, y también porque creo que entre los varones era el mas joven del pelotón. De hecho, no hubo manera de ganarme un lugar en el grupo: podía entrar solo donde iban los pocitanos o Puzzelita. En el primer tramo de la carrera, casi todo llano, íbamos a velocidad sostenida: apenas se separó el grupo de cabeza iniciaron los primeros conflictos, ya que Contrera venía a disputarle el trofeo en casa a los locales. Como me sentía bien decidí hacerme el vivo y escalar unos puestos en el pelotón para intentar meterme entre Los Animales… mala idea. Los chilenos me bajaron la cresta “al tiro”. Primera caída, aunque me levanté rápido y recuperé en poca distancia. Todavía me estaba sobando los raspones cuando se alzó ante nosotros esa maldita subida por las sierras. Ahí sí que se vieron los tipos duros! Yo, como es natural, quedé colgado casi enseguida. En un tramo largo de recta pude ver que arriba en punta iban Fuentes, Contrera y otro de los chilenos, los demás íbamos de uno en uno. Mas o menos a un cuarto de la subida me pasó Ruby en solitario, y poco mas allá no me sorprendió ver a Mariela Córdoba superarme, acompañada por su padre en bicicleta: mi morocha amiga iba segunda con ventaja! En fin, que la jodida cuesta fue una tortura china, y terminarla fue un orgasmo. Me llevé una agradable sorpresa al saber que quedé 10º en la general, creía estar mucho mas atrás.
Desde ahí nos subieron de nuevo a unos autobuses, atravesamos un túnel por debajo de las montañas y nos dispusimos a largar la segunda etapa, casi toda en ligera bajada. Esta sí que me gustaba! Fue rapidísima, y aunque cayó una ligera llovizna la carrera discurrió sin mayores problemas. Pancho mantenía una ligera ventaja sobre Contrera, el tercero se la jugaban entre Ruiz y López. La tercera etapa se largó ya con los rascacielos de Santiago a la vista y las ampollas que me martirizaban. Este tramo fue épico: bajamos por una circunvalación para luego cruzar algunas de las mas importantes arterias céntricas de Santiago, hasta llegar a la comuna de San Miguel. No podía creerlo, pero seguía metido en el pelotón de punta. Obviamente a alguno de los chilenos esto le pareció improcedente, por lo que me gané otro sacudón y de nuevo fui a parar al suelo: segunda caída. Por suerte estábamos en una bajada, así que puse quinta y logré alcanzar al pelotón justo cuando el que se caía era Puzzela. Yo ya venía bastante maltrecho, pero Salvador se pegó un porrazo monumental: a pesar de su edad y peso, el tipo se levantó heroicamente y se volvió a pegar al pelotón. A esta altura, faltando poco para el final, ya la cosa se había caldeado bastante y los tres o cuatro punteros se despegaron del resto. Con Puzzela preferimos seguir a nuestro ritmo y apretar solo en el pique final. Le gané por una rueda, y ambos tenemos copia de una foto donde estamos pasando la línea de meta juntos. Luego de semejante hazaña los sanjuaninos nos abrazamos todos emocionados, si bien no tan fuerte, porque Puzzela resultó tener una costilla rota! Ahí nomas nos enteramos que teníamos dos podios,- Contrera 3º, Córdoba 2º-, con Galo 4º y nosotros los pocitanos en el top 10. Nunca había estado tan agotado en mi vida, lo cual no fue obstáculo para poner mi mejor cara ante las admiradoras que –para mi deleite y sorpresa- venían a pedirme autógrafos y sacarse fotos conmigo!


A continuación nos trasladamos de nuevo al pabellón de San Miguel para las premiaciones y cierre del evento: apoteósico! La diversión y alegría del ambiente quedaron eclipsadas para mí cuando cierta preciosa corredora se me acerca y, casi sin mediar palabra, me toma de la mano y me lleva detrás de las tribunas para “pololear “ a nuestras anchas, mientras premiaban a los varones mayores, con Pancho en la cima del podio. No voy a nombrar a esta mina porque en ese momento era novia oficial de uno de nuestros amigos trasandinos, y aunque la cosa quedó ahí y no me avergüenzo (ya saben como son las mujeres), tampoco es cuestión de andar ventilando estas cosas.
Todavía aturdido por el reciente calentón, se me acerca Tito para presentarme a una bonita y dulce morocha de pelo corto: es Ximena González, corredora de la “U”, quien me invita a un encuentro privado esa misma noche en la pista del Parque O’ Higgins. En cuanto termino de charlar con ella y mientras premian a las chicas, se me aparece Patricia Fuentes para advertirme que no se me ocurra faltar a la festichola que se haría en nuestro honor esa misma noche en casa de uno de los dirigentes, porque me tenía reservado un tratamiento muy especial. Y minutos mas tarde, cuando estábamos saliendo del estadio para ir a descansar y prepararnos para nuestras actividades nocturnas, una de las muchachas que vinieron a pedirme autógrafos me hipnotizó con unos ojazos impresionantes. Se llamaba Alejandra (creo que corría para Universidad), y lamentablemente no pude dedicarle mas atención porque ya tenía la agenda llena y porque siendo mas pequeña que las otras me deparaba menores expectativas de libidinosidad. Pero como pueden constatar, nunca la olvidé!

El preciso instante en el que a un chileno le salieron cuernos 

A esa edad uno se recupera de tres maratones seguidas con una ducha y media hora de siesta, así que mientras mis compañeros sanjuaninos se dirigían a la fiesta de despedida, yo tomaba el metro en dirección al parque. Había una luna llena milagrosa aquella cálida noche de primavera, recuerdo haberle agradecido a la virgen, al profeta y al buda lo que me dieron a turno Ximena y Patricia, quienes fueron y siguen siendo mis amores trasandinos.

Volví a mi país atesorando amistades que luego de 20 años largos aún conservo, convencido de que Chile es una tierra sublime, que nuestros vecinos eran mil veces mas buena gente que mis compatriotas, que las chilenas eran hermosas y simpáticas, que mis coetáneas argentinas tenían solo mierda en la cabeza, y que este deporte era mi vida.
Andate a la chucha, po compadre!

M. Bresin - Dedicado a Ximena y Patricia!

Nota - Esta vez puedo ilustrar el capítulo gracias a los compadres López y Ruiz, a quienes agradezco por las fotos y los buenos recuerdos!  


Viejas glorias
Cap.18 - Crónicas santiagueñas